jueves, 20 de febrero de 2014



UNA TARDE CON LA DIVINIDAD



Había una vez un niño pequeño que quería conocer a Dios.

Como sabia que el viaje hasta Su casa seria largo, puso en la mochila varios paquetes de galletas y una botella de gaseosa, así inicio la marcha.

Después de caminar un rato entro en el parque, vio a una anciana que estaba sentada en un banco, bajo un gran árbol, contemplando a algunos pajaritos.

El niño se sentó junto a ella y abrió la mochila. Cuando iba a tomar un sorbo de gaseosa, se dio cuenta de que ella quizás tenia hambre, por lo que le ofreció una galleta.

Ella se la acepto con gratitud, sonriente.

Su sonrisa era tan bella que, por verla otra vez, el niño le ofreció un poco de gaseosa. La anciana volvió a sonreír. El niño estaba encantado!.
Toda la tarde estuvieron allí, comiendo, sonrientes, sin decir palabra.

Al oscurecer, el niño, sintiéndose cansado, se levanto para irse, pero apenas hubo dado unos pasos giro en redondo y corrió hacia la anciana para darle un abrazo.
Ella le dedico la mejor de sus sonrisas.

Poco después, cuando atravesó la puerta de su casa, la madre se mostró sorprendida ante la expresión de felicidad del niño.

¿Que has hecho hoy que te sientes tan feliz? - le pregunto-.

-         Merendé con la madre Divina,- antes de que su madre pudiera replicar- ,.el niño agrego:

-          - ¿Sabes una cosa mama? ¡Ella tiene la sonrisa mas bella que puedas imaginar!


-         Entretanto, la anciana también había regresado a su casa, radiante de alegría
 Llena de asombro por la paz que irradiaba el niño.

Al rato su hijo le pregunto:

-         -Mama ¿que has hecho hoy que pareces tan feliz?

-         - Comí galleteas y bebí gaseosa con Dios, en el parque, - y antes de que su hijo le respondiera agrego:

-         ¿Sabes? ¡Hijo mío, es mucho mas joven de lo que yo esperaba!








Donde el corazon te lleve

"Vas a salir de esta y de cualquier otra, porque la gente como tu, brilla hasta con el alma rota" Es en la adolescencia...