viernes, 10 de abril de 2009

DESTINO ... LA VIDA



En el baúl de mi memoria, sin saber en que instante, ni por que, he recordado aquel día; ese día en que la prisa nos acompaña en ciertos momentos, aún cuando no quisieras.

Me adentre en un restaurante que dan comida rápida, colocandome detrás de un señor, bastante elegante, recuerdo que me tenia distraida un móvil que sostenía en sus manos, mientras esperaba el turno, me sorprendió como mientras hablaba veía en la pantalla a su interlocutor.

"Ya mismo no vamos a necesitar contacto físico con nadie, con tanta tecnología..." .- pensé

Absorta en ello, un ruido surgió a mi alrededor, lo que me hizo girar y ver a dos personas al lado mio, esperando turno, el señor elegante se esfumo como si de un ave se tratara y las demás personas rodearon el extremo contrario de la barra del restaurante, en decimas de segundo no entendi nada.

Era un hombre fuerte, sus manos grandes, gastadas, de mediana edad, ropa descuidada y pies medios descalzos, paseaban por el frió suelo de mármol, a su lado agarrándose a el, un chico de ojos grandes y negros, daba pequeños pasos junto a el, se balanceaba hacia delante, y hacia atras, como si su mundo estuviera colindando con el nuestro, y su miedo no le dejara desenvolverse en menos de cuarenta metros cuadrados.

La gente entraban y salian y un viento gélido paseaba por el local, cada vez que abrían la puerta.

Me angustie un poco y al mirarlo y pensé... - "que frió deben tener"- , era una mañana gris de enero, apenas cubrían sus cuerpos una chaqueta de color
beig oscuro y unos guantes que asomaban sus dedos.


¿Cuantos años podría tener el señor corpulento? ¿50 escasos? ¿y su compañero?

Llegamos al mostrador los dos tres a la vez, dos señoritas nos atendieron, pude ver que en su bandeja pusieron un vaso de leche, entre sus manos heladas, temblorosas, asomaban apenas una monedas, que entregaron a la chica, - gracias- musito y bajando la mirarda, se dirigieron a una mesa rodeada de grandes cristaleras.

Mis ojos recorrieron el restaurante, observando platos llenos de comida, la gente riendo y disfrutando del almuerzo.

- ¿Que le pongo?.- la voz de la dependienta me hizo volver a la realidad. - ¿perdone, que le pongo?, repitió.

Un bloqueo mental acompañaba a esas palabras, me quede muda unos segundos, sin saber que decir.

- Sí, perdone, um...veras puede prepararme dos bandejas con dos menús dobles y el postre, y depositelas aquellos dos señores que están al lado del cristal.

- ¿Los de la mesa pegada a la ventana? - respondió, señalando a una pareja de jóvenes.

- No, no -conteste - en la otra esquina, el señor mayor al lado de la cristalera.

La chica me miro, sin parpadear, .- de acuerdo- contesto.

- Bien, gracias, - digame que le debo.

En ese momento entendí, que aunque ellos parecían diferente a la mayoría de las personas que estábamos allí, no lo eran...

Los sentimiento y la ternura nos llena el corazón, cuando miramos profundamente en los ojos de alguien, los ojos de ellos se cruzaron con los mios, y una danza emocional de lágrimas y de tristezas se acumularon, surgiendo sentimientos que las palabras no pueden expresar.

Los sentidos, en todas las formas que te muestre la vida, siguen abierto y aun en condiciones no muy buenas, tienen sed de seguir y desarrollan otras habilidades... subiendo al tren con DESTINO: LA VIDA

Salí del restaurante con esa mirada, como regalo.












Donde el corazon te lleve

"Vas a salir de esta y de cualquier otra, porque la gente como tu, brilla hasta con el alma rota" Es en la adolescencia...